Átame con brazos de libélula. Ahógame en alcohol. Vomítame encima. Deja que se caiga una viga en mi cráneo –la que han curvado las termitas como un fideo gigante. Deja la ventana abierta para que una legión de mosquitos me infecten de dengue. Dame las aceitunas saladas, las que tienen el corazón de anchoa. Despiértame de madrugada nomás para decirme que son las cinco. Hazte pato. Róncame al oído. Dame la espalda. Vive tu vida desde mi boca. Vive tu boca desde mi vida. Rumia palabras de mi lengua: regurgítalas, son piedras. Saca los dientes, y ponlos a morderme. Dale a tus uñas un segundo aire, rascándome. Que tus labios blasfemen en mi nombre: ningún dios va a ofenderse.
Es sábado, estoy de fiesta, hay que celebrarlo.
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