- No vaya a dos cines buscando tickets para una película que en realidad debe ver el martes.
- Beba un chai frío, pero rápido, mientras camina bajo árboles frondosos.
- Asómese a un puesto callejero de películas y descubra el dramatismo de estar frente a títulos demasiado cristianos como para ser ciertos. Preferentemente, quédese con las ganas de preguntarle al tío que las vende, por aquel emblemático título: garganta profunda. Le hará un bien a la humanidad, y quizá a usted mismo.
- Olvide la calle en la que vive. Luego regrese y no llore por la anécdota de aquel gatito abandonado adentro de una alcantarilla.
- Si va a una plaza –los nuevos epicentros de la alteridad –evite pensar que esos arbolitos iluminados son cerezos: para Strawberry fields forever, se sabe, uno debe voltear al Central Park, sí, del lado de la calle 9.
- Si tuvo una madrugada del carajo, lo mejor es que lo olvide chupando una paleta de la Rosa: siempre habrá una en el auto, y ah, nunca fallan.
- Si además, olvidó hacer el trabajo que debió dejar terminado un día antes, y son las 9 pm, finja trabajar mientras en realidad hunde las pestañas en elfango de tuitah.
- Sin embargo, si lo que realmente desea es llegar a salvo al lunes, dé un beso ligero, pero firme, de esos cuya suavidad entraña toda la fuerza de los labios, de esos que sin duda, le dan a uno la energía suficiente para cruzar a ese temible día, con una sonrisa imborrable.
La amable explosión esta
-
La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
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