lunes, 13 de diciembre de 2010

Germen.

Dices muy pocas cosas. Lo tuyo es hacer que tu espalda y tu cintura hablen ovillándose en mí. Fluyes adentro de un lenguaje táctil, de ondulación constante y víspera matutina. Lo entiendo; también he sido capullo, horma; me he doblado y desdoblado como lo haría un reflejo de viento en la hoja quieta. 
Lo nuestro, ocurre al margen de todo: marginalidad de crisálida, desplazamiento geológico, urdidumbre de la raíz ("Symploké"), constancia del ciervo. 
Verás entre el silencio lo veraz de la voz. Yo veo ya lo que dices al hacerte palabra. Entonces tu carne, mi carne adjetivan y desplazan todo: crean vistosos silencios donde las manos traslapan el mundo a un solo epicentro. 
Germinamos. 

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