La poética del árbol: el caer de sus hojas. La del río: la erosión de la roca. La del viento: tallar el risco. La del mar: ser inquietud. La de la noche: desmontar la luz. La del sol: el ocaso. La del silencio: su invisibilidad. La del ave: la ingravidez.
La de este cigarro, es ser vestigio de una mancha. Dedos sueltos. Humo y el otoño. Cada hoja desprendida llora un pájaro. Ni luz, ni oscuridad, la tarde es un declive incoloro; cielo congelado. Un espresso doble, otra inhalación. Luces que comienzan a tintinear; una tarde sin fondo, de cualquier día que nace de la nada y se estira hasta el hoy.
2 comentarios:
Me declaro humilde. Un abrazo, doc.
Me declaro humille. Je. Abrazo.
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