lunes, 26 de abril de 2010

En vos, baja.


Llego a un punto en el que todo es ruido ¿Cómo diferenciar un berrido del canto de un ruiseñor? El movimiento de la rama, el zumbido del auto: voces en off, actos fantasmagóricos. Todo se eclipsa y torna monótono –como el hipo del Big Bang surcando la atemporalidad en una travesía ciega e inútil. 
El ruido sintetiza una pulsión indiferente: el de la rutinaria encomienda de aspirar y expirar bajo el amparo de una libertad asediada de realidades y por tanto, colmada de desesperanzas. Encuentro más emotivo el gemido de una piedra aplastada por el sol, que el sordo, desordenado, caprichoso y burdo llamado de la vida.
A callar se(h)a dicho.

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