Iba a despegar jalado por una cometa sin rostro. Iba a usar las alas rotas para garantizar la caída. Me iba a frotar el rostro en la lengua negra del asfalto. Iba a premeditar mi caída como quien hace bocetos pueriles de su madre. Iba por el luto y su pan quemado. Iba por otro cielo y no por otra quincena. Iba con el tiempo preciso para desaliñarte la mirada y el pelo. Iba como un res a destazarme sin mugir. Iba y no iba, me llevaban, la vida y tus uñas; las gracias y desgracias; el foco y su orina austral. Y fui, como siempre, el mentecato más ilustre de la noche de bobos. El tonto altruista que donó su tiempo a las causas perdidas. Fui yo y nadie más, el tarado que se quedó fumando y en el viaje.
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años