El frío se retira caminando. Borda tu huella paso a paso. Yo me vuelvo un capullo y me ovillo en tu tornado. No tengo que empezar, afuera está el mundo. Este sol y sus aspas se enredan entre nubes. Estoy soñando un juego dactilar donde los cuerpos sorben bocanadas de ayer.
Tu sabías de mi pasión por caer y sabías que me inclinaba sobre el borde antiguo de la demencia; sólo ansiaba respirar, alejar la asfixia, sentir el infinito; pero a veces, el frío me tienta. Vuelve gris y cortante; me enferma. El frío y sus llamados finales. El frío sin elevación. El frío infame de los días sin ti.
Y debo decirte, no entiendo de condenas. No sé de calamidades. Ignoro los apocalipsis; tan sólo me siento a mirar el músculo del mundo cuando estruja, tritura y arroja el desperdicio humano. Tan sólo sé que siempre he sido un alma en fuga.