Fulana tenía un lunar en la punta de la piel. Yo la miraba sabiendo que quizá, a golpe de observaciones podría inferir un eclipse, bordear su lado oscuro e incluso, aspirar un gramo de noche. Me acerqué para mirar más de cerca y noté cómo, la pequeña mancha oscura se hundía bajo el rostro de fulana para devorarle los pómulos, la nariz, los ojos y las cejas, la boca y el mentón. Segundos antes de que fulana se volviera completamente un agujero negro me alejó de la cama, apagué la luz y cerré los ojos. “La vida es solo un vórtice negro” pensé
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
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