Una a una, fue devolviendo las cosas a su lugar. Comenzó arrancándose el cabello; siguió con la piel, que rastrillaba hasta sangrar; después, desconectó sus músculos como a una máquina vieja, o un motor; continuó con los tendones: producían un sonido de globo estirado, música de caída; luego, descoyuntó sus huesos hasta quedar reducida a un tronco, la rama derecha alzada hacia la nada . Al final dejó el corazón y sus terminales nerviosas. Por ningún motivo quería que la gente creyera que estaba desesperada o que, su acto de desaparición era también un acto descorazonado.
La amable explosión esta
-
La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario