Ahora, él se desliza por debajo de algo.
Ahora no es ahora.
Tampoco es ayer ni mañana.
Deslizarse es contemplar.
Contempla una mota de polvo, maúlla bajo su peso.
Desempolva, limpia, desdobla, despliega, orea.
Realiza.
Esas palabras no distinguen tempestad.
Esa tempestad no tiene atmósfera.
La atmósfera es un llano delicado:
persiana descorrida
viento
un paseo incierto
una vuelta.
He ahí, él.
De ojos abiertos
sin el sedante habitual
demasiado vivo para sorber otro café
demasiado café para fumar
humea
le llama vida a la trenza negra ascendente
y sube.
Quizá más allá pueda contemplar.
Ahora se desliza.
Es.
La amable explosión esta
-
La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
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