A una señal tuya, el sol será un astro fallido. Vendrá la noche a desposarnos. Caeremos cada uno en una sombra peculiar, la del adiós. Sin palabras, regresaremos a un gesto fácilmente reconocible, el del dolor. Así, habremos pasado a la historia que todos susurran y nadie acepta, la de la derrota. Nadie se enterará de nada. La sábana seguirá tendida. La cama volverá a ser una planta de ornato. No habrá que guardar silencio mientras nos desmoronamos como una idea. La carne habrá de corromperse en quejidos solitarios. La mirada regresará al acostumbrado temblor de mirarse en un espejo como una piedra. Se secará cada rama del atardecer. La mano se volverá un pasajero sin destino.
Hablará el vacío. El que quedó de otro vacío. El que vació otro vacío: El de ser desesperadamente humano.
4 comentarios:
A veces me niego a reconocer mi desesperación
MOL
ortneda yum, odnoh ol ne adeuq odot.
una mas a mis favoritos!! Saludos...
Este no ser nosotros, nos ha vuelto un tú compartido.
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