Me alejé, pero no lo suficiente. Dejé atrás la ciudad y vine aquí, a ser yo sin el ello. De pronto, un arpa me tendió una trampa: abrió un tiempo silenciado. Lo tomé del sobre que tendió al aire. Tenía un perfume que no pude identificar. No supe si el té, el tabaco o el ventilador que giraba sobre mi cabeza, lo disiparon.
Seguí sentado escuchando el mensaje. Pensé “no siempre los mensajes deben decir algo”. Una obstinación demasiado nerviosa y nociva nos empuja a descifrarlo todo. Oh, estupidez.
A veces, el silencio, el no saber y el quedarse en blanco, por sí mismos son el mensaje. Más aún: el lenguaje.
Uno debe Sentir y callar.
· El harpa siguió gimiendo hasta enmudecer.
8 comentarios:
“no siempre los mensajes deben decir algo”
Tampoco este.
y un saxofón respira exangue hasta el amanecer.
Y ahora, un televisor mudo.
y sin el consuelo de la lluvia.
Y sin una lluvia de consuelos.
Esos no llueven, uno que está para procurarselos.
Uno no es uno sin el otro.
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