Hay otra ciudad en tu ciudad. Ahí habita una catástrofe. Se comen a besos las palabras. Los perros blasfeman. Las piedras se lanzan unas a otras. Esa ciudad se levanta en dientes y encías. Tiene una lengua que degusta el polvo. Es una urbe de saliva que llueve signos. Son cicatrices formando un labio tan ancho y largo como un camellón.
Es esa ciudad desconocida que lleva a otra ciudad:
tu boca.
2 comentarios:
Antes que nada un abrazo para vos, porque se nota que anda usted dolido, pero lo mejor de eso es que así escribes profundo, aunque cale, aunque se sienta.
Gracias por el abrazo. Me abrasa. La vida cala-vera.
saludos.
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