Deambulando en sonrisas muertas. Quito y pongo un disco. Voy y vuelvo de mis vicios, de la vieja arqueología interior que expone la ruina en un sorbo de café. Busco la camisa de fuerza que aplaque ciertas ansias: tocar, mirar, lamer, morder, arrancar. Aciagos infinitivos.
Te veo entre miles de disfraces, o entre puños de nada. No es suficiente estirar los ojos para arrancarte un gesto, o para hacer que tu ropa caiga. Quiero contemplar tu esqueleto; verte vestida de ti: de un blanco óseo, de nube fosilizada, de pálida hoja. La carne no me sabe. Las palabras no me llegan. La hora dispone su tediosa parvada de minutos y, aún así nada vuela.
Ahí vuelvo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario