Encierra en un dedo el invierno para que tocar sea frío; vende tu cuerpo a la ausencia, ahí brilla el oro gris del anhelo; despeja el camino que lleva a la palabra a ser presencia: preséntate; escapa del silencio de un deseo: sé el deseo; olvida el nombre de las calles y renombra tu extravío; endulza con sueños el café y duerme despierto; reposa en el olvido mientras meces el recuerdo; cocina a fuego lento el hambre de ser otro y cúrate esa cruda; sé delicado frente al espejo e implacable frente a la pupila; ama a tu fantasma como te odias a ti mismo; gira, en ello radica la ilusión del movimiento y su inutilidad; canta, brinca, vuélvete el chivo expiatorio de tu realidad, uno que ríe sin mostrar el colmillo, que nada expía, efervescencia.
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
1 comentario:
Me suena a mi.Claro que podría ser cualquiera, un petiforro por ejemplo.
Abrazo.
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