El mundo ha aprendido más por la crueldad que por el amor. Frente a la ilusión no debes tener piedad, ni mostrar conmiseración; hay que ser implacable, vengar la ingenuidad a golpe de evidencias. Por tanto, siempre habrá un antes y un después de leer a Cioran; no por fidelidad a Su pensamiento, sino por amor al método de pensar con martillo. Golpear con ideas. Desmenuzar hasta llegar a la raíz del absurdo. Sin la lectura de Cioran, seguramente habría sido un mono educado; un bípedo ingenuo aplaudiendo y babeando ante el show de la existencia. Cada palabra de Cioran, ha sido una campanada dulce en mis tímpanos, otrora secuestrados por la ilusión de la vida; llamado a una vocación solitaria y grave.
Cioran: música de palabras para oídos renuentes a aceptar su condición efímera.
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