Más cansado que de costumbre; con el mundo guardado en la gaveta; con los ojos como cristales después de la lluvia; con el ser desparramado en la inútil pregunta del por qué; la muere llega siempre a poner su música: una bala, una habitación, la soledad. El orden de las cosas no cambia; quizá una risa por aquí, un llanto por allá. Los rumores seguirán corriendo como lobos tras la presa; el frío paralizará el alma; seguiremos dando brazadas en nuestra versión particular de maremoto; no comprenderemos el dolor, ni la justicia. El horror de atestiguar hasta dónde nos lleva el poder, es el mismo que reclama su ausencia.
Aquí, desde otro rincón recorro la puerta que mira a la terraza ¿esto es la paz? De ser así, que sea.
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