María Dolores Pradera: encerrada en ese círculo perfecto. Un cautín y soldadura, soñadores innatos de la fusión. Un candil que me pregunta por la India o por China, pero que quizá ignora mi desconocimiento probado en materia geopolítica. Una hermosa y enigmática araña gris que forjó una constelación fatal en una ventana. Quizá ya esté muerta. Un baño con vocación de escritor que engulle plumas bic y provoca inmediatamente la furia de los elementos. Un güisqui desconocido del que nacen besos y musgo. Una botella de cloro, declarando la guerra en contra de la humedad. Lentes y automóvil: ciega asociación. Nuddles olvidados con todo y camarón.
Tú dirás qué falta. O no. Fuera de esto: la insignificancia respira con envidia.
(Ah, Pessoa, ahí, colgado en su muro, lee nuestra poesía.)
2 comentarios:
Falta siempre algo; siempre algo diferente. Quizás sólo el movimiento, la voz de los objetos que le dan color a tus historias.
Nos cortejan de otro modo, de un inmóvil pero significante.
Publicar un comentario