Poseer dos computadores sólo te convierte en un pobre diablo. No asegurar la puerta, más que un exceso de confianza es, una falta de astucia. Dejar de asear la cocina en lunes, no garantiza que el miércoles llegue la persona que te ayuda a mantenerla limpia. Tener una pantalla plana enorme, no aplana tu enorme tristeza, ni tu necesidad constante de evasión. Recurrir a la vulgaridad de ciertos ritos no te vuelve un creyente, más bien te descarna y vacía. Estar a mano con la vida, no salda la deuda fundamental de la existencia, que es: una grieta sin fondo. Cerrar los ojos no conduce al desdoblamiento de la magia, sólo al parloteo de imágenes absurdas.
Repetir el ciclo no es vivir. No hacerlo, tampoco es morir. Todo depende de la forma en que hormes tu nada, a la nada suprema: la inercia y el tedio.
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