Había una vez un pasado, es decir, un lugar y un momento donde era justo pensar para qué. Luego vino el giro del mundo, ese mismo giro que ya antes había creado otro pasado, otro presente y otro futuro. Existió la costilla de Adán y la uña miserable del paraíso. Pero ese cuento ya lo abortamos. Un día como este y como mañana, se creó un abismo: un lugar y un momento donde es justo pensar para qué. Y donde, dolorosamente, tampoco hay respuesta.
Entonces pregunto ¿Para qué me pregunto para qué si al final sigo sumergido en esa pausa nauseabunda que la existencia define como instante y que yo llamo dolor?
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
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