Cada
cosa posee un modo único da dar el último adiós. Por ejemplo el día, va y viene
de la mano de un respiro. Es llegada y partida, movimiento aparente o quietud
aparente. No obstante pienso en círculos. Deja tú la perfección de su
desplante. Su huella anillada. Al romperlo, acude la ondulación y la espiral.
Entonces ahí tienes una forma de locura renovable, una prosperidad: la de lo
indeleble. A veces siento que mi mente juega a ser una pieza de un vals bizarro.
Algo que en el agua. Algo que en el eco.
Lo que
no sé del adiós.
1 comentario:
Magistral.
Petiforro, genial en serio, ya me acompaña desde hoy...
Beso.
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