Supongo que debo comenzar por recordar los detalles más insignificantes. Por ejemplo, eran casi las ocho de la mañana y nuestros dedos decidieron acercarse por accidente. No diré nada sobre la sopa de queso. Obviaré el vodka, las papas fritas y el frío que jugaba con el humo de los cigarros, las risas y Beirut. Como este, solamente es un disparo al aire, seguiré encañonándote a ojos cerrados; pero eso sí: nadie va a morir de esto. Si acaso, la tos, los estornudos, o la fiebre nos acusen cuando el juez se encuentre roncado. Qué sé yo. Este es un ensayo de otras palabras, un juego del que ni tú, ni yo, debemos participar seriamente.
La amable explosión esta
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La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
1 comentario:
¡Ay! Que no ensaye.
O sí. Nomás para saber si el juez despierta.
Me gustó mucho.
Abrazos.
Graciela
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