Hay historias que se tejen sin hilos. Van al aire y se desplazan a través del aliento. El aliento seduce la palabra hasta la ráfaga: brutal intersticio donde el rey sitia el silencio. Hay hilos que se vuelven dedos y tocan. La caricia ciega, la que no se ha dado, es cardinal. Cuatro puntos y un centro: el tuyo. Una imagen tiembla replegada: potencia cimbrada de raíz.
El caracol, la espiral: todo ascenso y descenso.
Vuelvo otra vez al sentimiento alisio de mirar al sur. Temo que esta vez, alentar será soplar en la penumbra.
Recreo el canto solitario de un gallo. Me erizo. Tienes razón, soy una criatura cautiva.
2 comentarios:
Hermano te sigo en twitter y admiro tu trabajo. Abrazo.
@vforte
Gracias Vicente...
Saludos..
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