domingo, 22 de junio de 2014

Un alguien

Cuando digo nosotros, no me incluyo. 
El mundo es basto, el hombre, un duplicado de sí mismo. 
Cuando digo ustedes, me refiero a ellos 
¿quiénes se creen para considerarse mis espejos? 
Si acaso, despojos de otro mundo; uno menos basto. 
Cuando digo ellos, en manada acuden sus arañas. 
Filas de ellas, con sus patas como manos y sus manos como garras 
¿Quiénes son ellos? 
Tan disímbolos, insultantes y distópicos como tú y yo. 
Ellos y nosotros. 
No. 
Ustedes y ellos. 
Tampoco. 
El espejo es un fragmento en potencia. 
Laten sus astillas. 
Crepitan sus grietas. 
El puño va. 
El tuyo y el mío. 
El de ellos y el de ustedes. 
Pero nosotros no estamos entre nosotros. 
Nosotros somos tú y él. 
O yo y tú. 
O nadie. 
Cosa rara, de avispa muda que vuela y se lleva el muro. 
O de código. 
O de humo. 

Por eso nadie: ese gran habitante que, de vez en cuando, muta y se vuelve alguien.
Un alguien. 

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