Desoyen a su Dios
ahora hablan por la piedra;
ella detalla su monólogo
en algoritmos de poliedro viejo;
canta, pellizca la perfección
y reposa en sus adentros.
Luego vienes tú
tus demonios desuellan el cascajo de otra voz;
mientras lenta, pero firme, avanza la lengua.
Después habla el fuego;
su vino
intenta volverse un cause
donde la desilusión se disperse.
Quiere desintegrar al pájaro carbonizado del verbo;
quiere suceder y dejar que todo suceda.
En el fondo
se expresa el tropiezo, absoluto y virginal.
La gravedad es una religión
y nosotros somos sus infelices seguidores.
Cae. Habla. Afila el cuchillo. Vuela. Cae otra vez.
Ya escucho venir tus pasos sin Dios, informes, sangrientos, ardientes, ebrios.
Caeré.
La amable explosión esta
-
La lenta, casi imperceptible marcha de todo continúa en sus revoluciones y
sus inescapables giros. No hay manera de saber cómo, pero es ineludible el
he...
Hace 3 años
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