martes, 24 de junio de 2014

Desoyen a su Dios
ahora hablan por la piedra;

ella detalla su monólogo
en algoritmos de poliedro viejo;
canta, pellizca la perfección
y reposa en sus adentros.

Luego vienes tú
tus demonios desuellan el cascajo de otra voz;
mientras lenta, pero firme, avanza la lengua.

Después habla el fuego;
su vino
intenta volverse un cause
donde la desilusión se disperse.

Quiere desintegrar al pájaro carbonizado del verbo;
quiere suceder y dejar que todo suceda.

En el fondo
se expresa el tropiezo, absoluto y virginal.

La gravedad es una religión
y nosotros somos sus infelices seguidores.

Cae. Habla. Afila el cuchillo. Vuela. Cae otra vez.
Ya escucho venir tus pasos sin Dios, informes, sangrientos, ardientes, ebrios.

Caeré.



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