La cascada ininterrumpida del tedio. Marchas fúnebres suenan en la orquídea marchita. Un sonido escala del piano pero solo prueba que la música tiene la mala costumbre de volverse y volvernos nada.
Cada minuto es un preámbulo pero también una continuación. Jala lo otro. Se revuelca en someras insinuaciones, en una ilación precaria de paisajes perdidos.
Todo es idéntico: el aire cifrado en un dedo de humo. La palabra esculpiendo repeticiones. El mundo como efecto pasajero. El tiempo y su mutación fantasmagórica. El sedimento del instante cada vez más triste.
Lo entrañable despeja mis dudas: estoy adentro y no tengo orillas. Entonces araño la inmanencia. Tejo en la araña una red disímbola. El presagio es todo aquello que contiene una semilla predicha. Vuelvo al antes. Donde el pie cimbra la transparencia. Donde pensé. Donde creí pensar. Donde interrumpí el cauce de un río entre los ríos de todos. Vuelvo ahí porque deseo asomarme desde abajo a la cascada que me aplasta en el tedio. Vuelvo porque el tedio mismo es una forma atemporal, impersonal y anodina de reconstruirme sin hallar culpables; sin dar manotazos; sin espantar al bicho que taladra en el fondo de mi mente, la imagen ya no tan clara de mis ganas de amar.
3 comentarios:
c/ sombrero puesto o sin nada, la sombrilla siempre llora al paraguas, luego la mujer la guarda en su funda y el hombre a ella en la suya, la lluvia permanece y ella la ansía y él, mojado e impuro la perdona y la complace. dónde se forma una pa' tgüit, o,
sobra la última coma
...sin espantar al bicho que taladra en el fondo de mi mente, la imagen ya no tan clara de mis ganas de amar.
[Sublime]
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