Hay ciertas
cosas de mí que me molestan.
Ser un
marsupial que nació ciego
y
que teme salir de la bolsa;
no
llegar a las tetas oscuras del tabaco,
resbalar
y no caer.
Hay ciertas
cosas de ti que amo.
Tu propensión
a ser mía siendo tuya.
El esplendor
de tu cuerpo
bellamente
dosificado
en
gotas de sexo.
El domingo
es un techo corredizo.
Debajo
de él
todo
es un estanque sin ranas,
un
sonido emitido por un tambor apolillado.
Hay ciertas
cosas que nos hacen.
La ciudad
y la no ciudad.
Los espacios
que negamos
para
pertrecharnos desnudos
frente
al ventilador
y no
saber nada
porque
sabemos todo
o
todo lo tenemos
porque
dentro de esa nada
habita
un absoluto.
Hay una
forma rotunda de averiguar
en
dónde estamos
y
cuando cierras los ojos y yo los cierro
aparecemos.
De ahí
el tacto, o este respiro.
Mientras
tanto
no me
canso
de
invocarnos.